Diseño es una palabra que parece estar asociada a lujo, caro o alta gama. Hablamos de muebles de diseño, ropa de diseño, comida de diseño… y cuando algo es bonito decimos que nos encanta su diseño creando un sinónimo en el que se pierde una parte fundamental de la disciplina. Diseñar es buscar un equilibrio entre funcionalidad y expresividad. Si sólo hay funcionalidad tenemos ingeniería, si solo hay expresividad arte.
No hablamos de estética o belleza. El diseño puede ser feo o bonito pero sigue siendo diseño si nos hace entender un mensaje o conectarnos con una serie de datos o funciones. Y aunque en boca de Álvaro Siza «la belleza significa el culmen máximo de la funcionalidad» nos gusta entender esa belleza como un imán capaz de hacernos sentir interés por algo, como un conector que nos vincula a la interfaz de una app o al mensaje de un cartel. Una belleza empática que funciona, que es parte en sí de la funcionalidad que requiere un encargo.
Y es en este punto en el que podemos llevar el diseño a todos los campos posibles democratizando una disciplina que puede hacernos sentir empatía por un saco de cemento o una caja de comida. Elementos que socialmente no vinculamos al diseño y que sin duda alguien, mejor o pero, ha diseñado en algún momento.
Sacos de cemento para DITOP
El diseño siempre está ahí queramos o no. Todo lo que vemos está diseñado y, a no ser que estemos en un bosque, el diseño es el día a día de nuestro ojos. En la pantalla de nuestro móvil, en las calles de nuestros pueblos y nuestras despensas, cocinas y supermercados. Siempre hay diseño, aunque no siempre hay diseñador. Y es aquí cuando perdemos la oportunidad como sociedad de evitar el ruido visual, de disfrutar de un patrimonio cultural que nos describe como grupo ya que el diseño recoge tendencias y estéticas poniéndolas a disposición del mensaje de empresas e instituciones.
Y ahí está el diseño, tal como lo entendemos. Un conector que a través de la metáfora y la síntesis puede prestar sus bondades a un humilde panadero o a una multinacional. No hay encargo pequeño o grande.
No hay terreno lo suficiéntemente árido para un diseño capaz de abrirse paso.